Un Black Friday más negro que nunca

Pintan bastos para dos de los momentos comerciales más importantes del año. La crisis mundial de suministro y contenedores amenaza directamente las campañas del Black Friday y la Navidad. El coste del transporte marítimo sigue al alza, al igual que el de las materias primas. Además, la escasez de microchips no parece que vaya a resolverse en el corto plazo. El escenario es, sin lugar a dudas, poco halagüeño.

Si bien es cuestión de tiempo que descubramos si esto se traducirá en un problema para el consumidor, algunos expertos defienden que no hay excesivos motivos para la alarma o, al menos, que estos son matizables: sí, es cierto que puede producirse un aumento de los precios de los productos, pero esto no tiene por qué traducirse necesariamente en un aumento sobre el precio final para el consumidor ni en un peor servicio. Las razones que aducen son las siguientes, entre otras.

Muchas empresas han seguido una estrategia similar para asegurarse de poder llegar con garantías a ambas campañas en la recta final del año. Esta consiste en prepararse con toda la antelación que el contexto permite, aumentando al máximo posible su stock. Por otro lado, según datos de la patronal del sector logístico UNO, se estima que dicho sector contrate a más de 160.000 empleados para hacer frente al Black Friday y a la Navidad; puede parecer una cifra elevada, pero no deben de sorprender tanto si tenemos en cuenta que se estima que las empresas de reparto tendrán que gestionar una media de 3,7 millones de envíos cada día, llegando a alcanzar picos de hasta 5 millones de envíos durante estas campañas tan importantes para comercios y compañías de todo tipo.

Pero debemos prestar mucha atención, porque… ¿será este sobrestock una solución o un problema? Sí, habrá más profesionales dedicados a salvar las campañas, pero si ya viene siendo un desafío mantener la calidad en la gestión logística en estas dos campañas como sabemos por años anteriores, ¿seremos capaces de digerir la acumulación de stock o complicará aún más la operativa en un contexto económico especialmente exigente y adverso?

De momento, no podemos adivinar si estas medidas serán suficientes para satisfacer a los consumidores en la recta final del año, frente al gran reto logístico que encaramos. El tiempo lo dirá.

El sobrestock es uno problema logístico relativamente común en las instalaciones de almacenaje, si bien el sector ha ido aprendiendo a gestionarlo de manera eficaz. El exceso de stock se origina, principalmente, tras una mala planificación o coordinación entre los diferentes eslabones de la cadena de suministro. Esto provoca flujos ineficientes de las mercancías, deterioro del stock en el caso de productos perecederos, aumento de los costes de almacenamiento y, por supuesto, la tan temida mala reputación corporativa. Este año, el margen de error es muy pequeño. No hacen falta muchos más factores para complicar exponencialmente el terreno. El escenario es ya delicado de por sí y la carestía de materiales y otros problemas no hacen sino agravar un desafío económico generalmente ignorado, pero ya existente en el sector logístico desde hace tiempo. Normalmente, este afronta unas pérdidas económicas recurrentes por la escasa trazabilidad de sus contenedores reutilizables. Este tipo de activos básicos, contenedores y jaulas de envíos, pueden pasar por las instalaciones de hasta 30 proveedores distintos y 200 interacciones durante su transporte. Unitariamente, no son caros, pero las empresas destinan cientos de miles de euros anualmente a reponerlos porque, simplemente, se han extraviado.

Por ejemplo, en el sector de la automoción, calculamos que un fabricante puede perder el 10% de dichos contenedores anualmente, lo que puede llegar a suponer unas pérdidas medias de 24 millones de euros. En el sector de las bebidas, cada año se pierden entre el 3% y el 5% de los barriles que circulan por todo el mundo, lo que puede suponer pérdidas globales de hasta 500 millones de euros.

Para las campañas de final de año, como indico, afrontamos una acumulación de stock importante, lo que puede generar un auténtico caos y pérdidas económicas por el extravío de estos contenedores. Como vemos, la trazabilidad absoluta de toda la cadena es esencial para la competitividad y rentabilidad del sector.

Un modelo maduro digitalmente puede darle al sector logístico la visibilidad que necesita para evitar estos problemas. Pero, por desgracia y según datos de McKinsey, tan solo el 20% de los fabricantes ha desarrollado data lakes (también llamados repositorios de información) que cubran al menos la mitad de su red de distribución, un dato que aclara el escaso nivel de trazabilidad digital existente hoy. La misma consultora señala que el 92% de las empresas tiene en marcha iniciativas de digitalización… pero tan solo el 16% ha definido una hoja de ruta detallada.

En fin, el sector logístico encara una recta final del año desafiante a muchos niveles. Sin duda, toda una prueba de fuego para su resiliencia. Según recientes datos de BCG, solo una de cada seis empresas ve viable su modelo de negocio actual tras la digitalización de su sector. No me cabe duda de que es el caso de este sector clave para la economía; tampoco de que, como tantas otras ocasiones, apostará por la innovación para seguir compitiendo, esta vez, en un nuevo paradigma marcado por la digitalización.